El clown es un personaje ingenuo, es verdad. Pero no por eso poco inteligente.
Muchas veces a través del planteo de una idea "simple" se pueden tocar hilos más hondos, más compartidos.
Un ejemplo. Llueve. Una payasa festeja su cumpleaños. Está muy preocupada pues la lluvia impedirá a sus amigos (?) llegar. Nadie llega. La payasa intenta hacer que el tiempo pase, que las horas sean menos pesadas. Juega con un diario. Se enoja. Suena el timbre. Un paquete realmente grande. Para mí! Esta caja está llena de papeles de colores, muchos. Nada más, excepto una pequeña cajita de música en el fondo. La payasa se enoja, se frustra ¡todo a mí! ¿A ver? ¿Ahora qué más? Se quiebra. De repente toma la cajita, la hace sonar. Que los cumplas feliz. La payasa se pone contenta. No está tan sola.
La idea puede resultar sencilla pero el juego es más profundo, busca el encuentro. Nos reímos de sus desgracias porque ninguno quiere estar solo. La mínima idea de que alguien piensa en nosotros basta para dar algo de tranquilidad. La payasa logra que con la cajita, todos canten el feliz cumpleaños. Allí está la magia.
Las artes escénicas tienen su punto fuerte en la relación directa con el público. En teatro a lo largo de la historia se fue construyendo una "cuarta pared invisible" que separa el escenario del público. El clown, personaje popular, callejero, que tempranamente abandonó las salas (o más bien fue paulatinamente expulsado) no juega con esta regla.
Despacito los payasos vuelven a tomar espacio en las salas. Existen ahora también clowns de sala, se relacionan de manera diferente con el público que en la arena del circo. Estos payasos van tomando espacios. A ensayo y error van logrando hacerse entender.
Lo importante es no olvidarse de lo principal. La relación con el público. Hay que dejar un espacio para esto, compartir la transformación. Lograr que se transforme, aunque sea un poquito, el público.
No es necesario elaborar grandes espectáculos a veces para lograrlo. Basta con la sinceridad y la honestidad de un payaso en escena, peleando su batalla heroica contra la rutina, contra la vida.
¿Acaso un clown no es eso? Un antihéroe peleando una épica batalla contra la cotidianeidad. Un personaje al que le cuestan las rutinas cada vez más estúpidas que nos autoimponemos.
Luego dirán que el estúpido es el payaso. Diferentes visiones de la realidad.